Aspectos de la Globalizacion

La globalización es la externalización del capital. En la visión económica, el costo de los factores dentro de un mismo mercado es lo que determina las condiciones reales de la competencia. Hoy en un mundo donde los 6.300 millones de habitantes, hay alrededor de 3000 personas que ganan 1 dólar por día, se ha generado una oferta de mano de obra barata y una masa de trabajo sin precedentes.

Ese escenario ha estimulado un proceso creciente de externalización de costos en la economía en virtud del cual las empresas del norte están desplazando parte de su producción al sur, donde tienen costos de producción infinitamente inferiores.

Esos capitales recorren el mundo buscando máxima rentabilidad en países que flexibilicen o eliminen las condiciones de contratación de personal, donde no haya controles ambientales, donde no haya sindicatos, o exista un bajo nivel de defensas sociales.

En los últimos 5 años se ha verificado un colosal desplazamiento de capitales del Norte al Sur, que se ha orientado hacia países con mano de obra semi-esclava generando un nuevo fenómeno de dumping social. En ese período, por ejemplo, China ha recibido 22 veces más inversiones que Brasil, lo que muestra el tipo de preferencias que mueven a los capitales. China ha sido, también, destinataria de capitales japoneses vinculados a la industria automotriz. Esta industria trasladó el 37% de su producción fuera de Japón, para poder enfrentar las exigencias de la competitividad internacional.

Industrias norteamericanas como la fábrica de zapatillas Nike ha hecho lo mismo. Nike cerró todas sus plantas en EE.UU y se estableció en Hong Kong, Taiwan, Corea del Sur, China, Vietnam, Indonesia y Bangladesh.

Tomemos el caso de Indonesia, citado en una reciente conferencia de Roberto Savio en Buenos Aires. En Indonesia, Nike tiene 5.000 obreros que contrata a través de intermediarios sus coreanos, a razón de 2,10 dólares diarios. Cada par de zapatillas Nike producido en Indonesia tiene un costo unitario de 7.65 dólares que se descompone en 5,15 dólares de materia prima y 2,60 dólares de costo laboral.

Hace poco se generó un debate público porque el 1 de abril de 1996 debía entrar en vigencia una ley que aumentaba el salario diario de 2,10 dólares a 2,37 dólares.

Es decir un aumento de 27 centavos de dólar al día.

El Ministerio de Industria y Comercio se opuso al aumento alegando que el mismo colocaba a Indonesia fuera del mercado con respecto a China, India y Vietnam, donde el salario mínimo es aún más bajo.

El mismo Ministro reconoce que el salario de 2,10 dólares sólo provee el 93% de la subsistencia en términos alimentarios y de necesidades básica.

Por su parte, Nike vende el par de zapatillas en el mercado occidental a un precio promedio entre 70 y 135 dólares. La diferencia entre el precio de costo 7,65 dólares y el precio de venta 70/135 es significativa. Pero la empresa afirma que, actualmente, los costos de producción no pueden exceder del 10% porque los gastos de publicidad y distribución se llevan el otro 90%. Citan como ejemplo el contrato que hicieron con el basquetbolista Michel Jordan por 20 millones de dólares al año, por el cual la estrella usa y publicita las zapatillas Nike.

Vale decir que el señor Michel Jordan se lleva 20 millones de dólares, mientras los 5.000 trabajadores de Nike en Indonesia reciben en un año 12,5 millones de dólares.

Esto nos lleva a considerar cómo juega en el escenario de la globalización el papel del consumismo.

The Economist señala que en 1989 (última cifra confiable que puede haberse incrementado en 40%), los gastos de publicidad ascendieron a 240.000 millones de dólares y los gastos en promoción a 380.000 millones. Es decir que, en ese año, se gastaron 620.000 millones de dólares para empujar a la gente a consumir. Ello arroja un promedio de 120 dólares por persona el que, comparado con los 207 dólares per cápita invertidos en educación y los 145 dólares en salud, demuestra que la compulsión a consumir representa el 60% con relación a la educación y el 80% en relación a la salud.

Para ilustrar la factura histórica entre producción, espacio nacional y consumo, es interesante señalar el caso de Custom Foot una cadena de zapaterías que acaba de abrir en Estados Unidos. No se trata de una fábrica sino de una tienda electrónica en cuyas pantallas se encuentran un menú de 190 modelos femeninos y 130 masculinos. El cliente asienta su pie derecho sobre un scanner que toma las medidas milimétricas del mismo, luego hace lo propio con el izquierdo ya que nadie tiene ambos pies iguales, y estos moldes se envían por vía electrónica a una fábrica que nadie sabe dónde está. Lo único que se dice es que las manufacturas están en “Italy and other countries”. El ciclo se cierra cuando 10 días después, los zapatos seleccionados se entregan en el domicilio del consumidor donde quiera que esté. Estos zapatos cuestan 150 dólares, cuando en Estados Unidos un par de zapatos a medida cuesta 500 dólares.

¿Quién produce esos zapatos? ¿Cuál es el tipo de relación que existe entre una sociedad nacional, en un espacio preciso, con esas nuevas formas de producción y consumo?

Cuando la producción se disocia del espacio nacional y el ciudadano cede su lugar al consumidor en este mundo abstracto de la globalización se desdibuja una de las referencias fundamentales de los últimos 150 años de historia: la idea de responsabilidad social.

Nadie cualquiera fuese su ideología política admitía que la pobreza era un fenómeno inmanente o irremediable. Todos pensábamos que alguna vez los pobres entrarían en la sociedad de consumo. No sospechábamos que esas nuevas formas de producción y consumo, generarían una brecha tan brutal de expectativas y de ingresos.

Fuente: Revista Geopolítica Año 1999

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