Expansion del monocultivo : SOJA

El negocio del monocultivo de soja tiene su principal mercado en países de Asia y Europa. Casi el 99% de la soja que se produce en Argentina se exporta, como aceite crudo (sin refinar), y como granos y harina (también sin refinar), que en los países importadores se utilizan principalmente para forraje ganadero. Argentina es hoy el tercer productor mundial de soja después de Estados Unidos y Brasil.
En la última década, la superficie cultivada con soja en la Argentina se triplicó; y hoy, la soja ya ocupa más de la mitad de la tierra cultivada de nuestro país. Se sabe: si una cosa ocupa un lugar, ese lugar ya no puede ocuparlo otra cosa. Parece una obviedad, ¿cierto? Y así de sencillo puede pensarse lo que ocurre con la expansión del monocultivo de soja: las tierras cultivables de nuestro país son finitas, entonces, cada espacio que se usa para cultivos cuya finalidad es exportarlos, es un espacio menos destinado a la producción de alimento para el propio consumo.
Si se cultiva menos alimento, hay menos alimento. Y si hay menos alimento, aumenta la presión de demanda del mercado interno, por lo que los precios suben. Y seguirán subiendo, si se continúa con la expansión de nuevos mercados para la soja, como en el caso actual del auge de los biocombustibles. El cultivo de soja no sólo se impone sobre terrenos que antes tenían otra finalidad productiva (como otros cultivos o actividades ganaderas) sino que también avanza indiscriminadamente sobre ecosistemas naturales de pastizales, monte y bosques. Las provincias más afectadas son Santiago del Estero, Chaco, Salta, Córdoba, Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires. La tasa de deforestación en Argentina es seis veces mayor que el promedio mundial. Se desmontan cada vez más bosques, y a mayor velocidad: En este momento en la Argentina se pierde un promedio de más de 800 hectáreas de bosques por día, algo así como 40 canchas de fútbol por hora. La pérdida de bosques tiene graves e irreversibles impactos ambientales y sociales. Los bosques ayudan a mantener el equilibrio ecológico y la biodiversidad, limitan la erosión en las cuencas hidrográficas e influyen en el clima. En los bosques viven comunidades rurales que se abastecen de productos naturales como madera, alimentos, fibras, plantas medicinales y fertilizantes orgánicos. Estas comunidades son condenadas a la miseria, el desalojo, y las migraciones hacia los cordones de pobreza de las grandes ciudades.

Glifosato ¿Que es?

El principal producto usado para fumigar la soja transgénica es el glifosato, que mezclado con otros compuestos químicos y bajo el nombre de “Roundup” es comercializado por la empresa Monsanto, la misma que creó y patentó los cultivos transgénicos con resistencia a dicho producto. Monsanto se ha empeñado sistemáticamente en promover al glifosato como un “agroquímico sin impacto ambiental”. Sin embargo, la realidad muestra que el glifosato causa la degeneración silenciosa de la salud, y ya se ha cobrado varias vidas humanas. Estudios de científicos independientes demuestran que el glifosato es altamente tóxico para el ambiente y los seres vivos. Se ha encontrado que este herbicida actúa directamente contra hongos, insectos y microorganismos benéficos, que juegan un rol importante en los procesos de remineralización del suelo y el equilibrio de los ecosistemas. Entre los efectos demostrados sobre la salud humana se cuentan: irritaciones dérmicas y oculares; náuseas, mareos y vómitos; problemas respiratorios, taquicardia, aumento de la presión sanguínea y reacciones alérgicas; daños gastrointestinales y al sistema nervioso central; cáncer; malformaciones fetales y abortos espontáneos. Quienes inicialmente realizaron en Estados Unidos los estudios toxicológicos sobre el glifosato requeridos oficialmente para el registro y aprobación de este herbicida, han sido procesados legalmente por el delito de prácticas fraudulentas, tales como falsificación rutinaria de datos y omisión de informes sobre incontables defunciones de ratas y cobayos, falsificación de estudios mediante alteración de anotaciones de registros de laboratorio y manipulación manual de equipamiento científico para que éste brindara resultados falsos. No solo los representantes de la empresa, sino también muchos funcionarios, productores y técnicos desconocen o niegan la peligrosidad del glifosato, y se han hecho eco del slogan de Monsanto, que dice "el glifosato es inofensivo como la sal de mesa: una persona puede tomarse un vaso y no le hace absolutamente nada". Sin embargo, ninguno ha aceptado el convite de una copita de glifosato

Soja Transgenica

Soja transgénica

Más del 95% de los cultivos de soja del país son transgénicos. Un transgénico es cualquier organismo al que, mediante técnicas de laboratorio, se le agrega uno o más genes de otra especie, con el fin de otorgarle una característica que dicho ser vivo no posee. Los primeros transgénicos se crearon en la década del ´80, aunque su comercialización masiva se inició recién en los ´90. Se han producido, y se producen continuamente, organismos transgénicos con distintas finalidades. Por ej.: como herramienta de laboratorio para comprender más acerca de la genética y la función de los genes; como modelos para el desarrollo de drogas y tratamientos terapéuticos; para la producción masiva de ciertas sustancias, etc. Entre las especies agronómicas, lo que se busca es otorgarles alguna ventaja frente a la amenaza de las plagas, y así mejorar su rendimiento. En el caso de la soja, se le introdujo un gen que hace que la planta sea resistente a los efectos de un herbicida (producto químico para matar plantas). De este modo, se puede echar el herbicida sobre la soja transgénica sin dañarla, y matar a las malezas, es decir a todas las especies de plantas silvestres que bajen el rendimiento de la producción sojera. El herbicida, según sus fabricantes, tiene un efecto local acotado y una rápida desintegración, de modo que no es perjudicial para el ambiente ni para la salud de otros seres del entorno. Esto, como veremos a continuación, es totalmente falso. Como también es falsa la excusa de que se valieron, ¡y se siguen valiendo!, las empresas que comercializan las semillas transgénicas: con el argumento de que la producción transgénica rinde más, los promocionan como “la solución para el hambre del mundo”. Pero veamos por qué es falso. Por un lado, se ha demostrado que los transgénicos ya no producen más; se han desarrollado malezas resistentes a los herbicidas; y las cosechas requieren cada vez mayores cantidades de agroquímicos y fertilizantes, lo que implica un mayor costo para el productor, y consecuencias nefastas para la salud y el ambiente. Por otro lado, no es que el planeta no tenga capacidad de producir alimento suficiente para todos los habitantes, sino que se hace una distribución desigual de la producción. Sencillamente, los pobres no tienen plata para comprar comida. Para combatir el hambre del mundo son necesarias políticas públicas, eficiencia presupuestaria del Estado, y una sociedad justa e informada que clame por soluciones. La experiencia demuestra que contra el hambre es mucho más eficaz el cultivo de especies y variedades que se han desarrollado a nivel local, y no una política de promoción de monocultivos a gran escala, en donde el productor debe comprar la semilla a un par de multinacionales. Así, impiden a los agricultores el ejercicio ancestral de guardar y reutilizar sus semillas. Algunos creen que el debate pasa por si es “peligroso comer alimento transgénico”. Y más allá de que, hay mucha evidencia del efecto nocivo de los transgénicos sobre la salud, el debate es aún mucho más profundo. No se trata de si comer transgénicos hace mal o no, se trata de oponerse a un modelo de producción que concentra el mercado de las semillas en manos de unas poquísimas empresas, que envenena el ambiente y que destruye la biodiversidad, poniendo en riesgo la capacidad futura para cultivar alimento sano y variado.

Soja Transgenica

¿Cómo y por qué surge la soja transgénica?
En el campo, un problema serio para los cultivos, son las plagas.
Por eso, los expertos buscan formas de combatirlas, y un modo de hacerlo es regando con veneno. Pero una contra es que el veneno que combate a las plagas, también daña o mata a la planta que se quiere cultivar.
Pero, ¿y si a esa planta se le pone un gen que la proteja del veneno?
Así fue. Con esta idea, y después de muchos experimentos, se logró la soja transgénica, resistente a un veneno muy poderoso cuyo componente principal se llama glifosato.
Fuente: http://elcuentodelabuenasoja.blogspot.com

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